La
evaluación es un proceso sistemático de reflexión sobre el quehacer educativo,
proporcionando información de cómo se va desarrollando el proceso de enseñanza
–aprendizaje, en función de la información obtenida durante el proceso. Por su
parte, Sacristán (1992), citado por Alves y Acevedo (1998) define la evaluación
de alumnos como el proceso por medio del cual los profesores, en tanto que sean
ellos quienes la realizan, de buscar y usar la información, procedentes de
numerosas fuentes para llegar a un juicio de valor sobre el estudiante en
general o sobre una faceta en particular del mismo.
En el marco del Paradigma Experimental
la evaluación educativa se estructura según los postulados de la Teoría
Conductista, donde se parte del supuesto de que todos los alumnos son iguales,
por lo tanto, todos reciben la misma información y se evalúa, generalmente, de
la misma manera, con los mismos instrumentos y pautas establecidas para
calificarlos. Este tipo de evaluación está orientada a la evaluación de:
Productos y no de procesos, por objetivos expresados en función de conductas
esperadas, cuantifica las conductas y precisa los indicadores.
Dentro de esta postura, el enfoque de
objetivos es uno de los más difundidos por Tyler (1971) Citado por Blanco
(2004), considerado uno de sus máximos representantes del currículo, donde la
evaluación se centra en determinar el grado de cambio en la conducta de los
estudiantes en relación a un conjunto de conductas deseadas por medio de la
instrucción, este tipo de evaluación se
caracteriza por: Utilizar rigurosas normas de la metodología estadística, Operacionalización
de variables, estratificación, aleatoria, construcción de instrumentos de
observación con suficiente validez y confiabilidad. Medir la situación inicial
del alumno. Antes de aplicar un determinado tratamiento (pre-test) que provoque
diferentes experiencias de aprendizaje después de un periodo de tiempo
considerable se mide la adquisición académica y con ellas se comprueba la
relativa eficacia de los métodos didácticos aplicados.
Stuffelbeam (1971) es uno de los
principales defensores de este modelo y define la evaluación desde una posición
pragmática con un proceso para obtener y proporcionar información útil que
permita la toma de decisiones. La tarea del evaluador consiste en ayudar a
tomar decisiones racionales y abiertas proporcionando información y a la
exploración de las propias posiciones de valor de quien decide. Este proceso se
reduce en: conciencia de la necesidad de tomar decisiones, diseñar la situación
de decisión, escoger entre las alternativas y actuar conforme a la decisión en
todo proceso de intervención racional sobre la realidad, es decir, en la
planificación, estructuración y desarrollo
para llegar a unos fines establecidos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario